Cuando todo parecía perdido, los Knicks de New York sacaron el carácter, el corazón y el talento para revertir una situación crítica en las Finales de la Conferencia Este. Perdían por 20 puntos en el segundo cuarto y llegaron al último cuarto 10 abajo, en una cancha hostil y con medio mundo en su contra.
Pero apareció la versión más combativa del equipo dirigido por Tom Thibodeau. Con Karl-Anthony Towns liderando una ofensiva fulminante en el último cuarto y Jalen Brunson manejando los tiempos, los Knicks se llevaron un triunfo por 106-100 ante los Pacers de Indiana, rompiendo la narrativa de una barrida casi segura y dejando la serie 2-1 aún en favor de Indiana.
Towns Cambia la Historia Con Un Cuarto de Locura
El protagonista inesperado del partido fue Karl-Anthony Towns. Cuestionado tras sus discretas actuaciones en Nueva York y con apenas cuatro puntos antes del último cuarto, el dominicano se transformó cuando más se necesitaba. Anotó 20 de sus 24 puntos en los últimos 12 minutos, sumó 15 rebotes y se convirtió en el alma de una remontada que parecía imposible.
Towns encontró soluciones ofensivas desde todas las zonas del campo. Primero con un triple que cortó una racha negativa, luego con penetraciones fuertes, juego en el poste, asistencias y puntos clave desde la línea de tiros libres. Incluso en medio de problemas de faltas, su agresividad fue imparable.
En un lapso de cuatro minutos, anotó o asistió en casi todas las jugadas clave que permitieron a los Knicks pasar del 80-70 al 89-88, dándole la vuelta al marcador por primera vez en mucho tiempo.
Su nivel físico y emocional arrastró al resto del equipo. No solo rompió la defensa de Myles Turner, también dejó sin respuestas a la segunda línea de Indiana, que no supo frenar su ímpetu. Fue una de esas actuaciones que cambian el rumbo de una eliminatoria y que elevan el ánimo del vestuario entero.
Brunson Y Hart, Líderes Silenciosos Del Cierre
Más allá de la explosión de Towns, Jalen Brunson fue la brújula que guió a los Knicks durante los momentos de presión. Terminó con 23 puntos y tuvo un papel decisivo en el cierre del partido, anotando canastas claves y manejando el reloj en los últimos minutos. Con la experiencia de quien ya ha vivido noches difíciles, Brunson calmó a los suyos y mantuvo el orden cuando el partido estaba al borde del caos.
Josh Hart, siempre intenso y comprometido, también fue crucial en ese tramo final. Sus cuatro puntos en los últimos dos minutos, más un rebote ofensivo vital, aseguraron que Indiana no tuviera segundas oportunidades. Hart hizo el trabajo sucio, y eso se notó. Junto con Brunson, sellaron el triunfo desde la línea de tiros libres, en medio del silencio absoluto del Gainbridge Fieldhouse.
La capacidad de ambos para mantener la compostura y sumar en distintos aspectos fue el complemento perfecto a la explosión de Towns. Los Knicks no solo ganaron el juego, recuperaron el alma de un equipo que parecía roto.
Indiana Dejó Escapar Una Ventaja Dorada
Por el lado de los Pacers, la derrota fue tan dolorosa como inesperada. Tuvieron el partido bajo control durante tres cuartos, llegaron a estar arriba por 20 puntos y dominaron a placer con un juego veloz y alegre. Tyrese Haliburton fue el motor del equipo con 20 puntos y seis asistencias, y en el segundo cuarto Indiana parecía imparable, jugando con confianza y dejando en evidencia las grietas defensivas de los Knicks.
Sin embargo, algo cambió en el último cuarto. La ofensiva se estancó por completo. El equipo no logró anotar una sola canasta en juego en los últimos tres minutos y medio. Haliburton perdió chispa, Myles Turner fue anulado por Towns, y Aaron Nesmith y Andrew Nembhard fallaron tiros importantes. El ritmo que los había llevado al éxito simplemente desapareció cuando más lo necesitaban.
La caída duele más por las circunstancias: un domingo especial para Indiana, con las 500 Millas celebrándose el mismo día, con leyendas del equipo en el estadio, y una victoria que hubiera dejado a los Pacers a un paso de las Finales de la NBA. Pero se confiaron. Pensaron que todo estaba hecho. Y ahora han abierto la puerta a un regreso que parecía enterrado.
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Un Golpe anímico Que Puede Cambiar la Serie
Lo que parecía una serie sentenciada ahora tiene otro color. Los Knicks no solo ganaron un partido, ganaron credibilidad. Lo hicieron cuando todos los daban por muertos. En medio de lesiones, críticas, y un ambiente adverso, sacaron fuerzas desde donde no las había. La victoria, en el contexto de la serie, vale más que un simple punto. Es un mensaje: están vivos, y no se rinden.
El cuarto juego, programado para mañana, será decisivo. Indiana tiene la obligación de reaccionar, de evitar que Nueva York tome el control emocional del enfrentamiento. Por su parte, los Knicks llegan con la moral por las nubes y el recuerdo fresco de que pueden levantarse incluso cuando están en la lona.
Esta no fue solo una victoria más. Fue una muestra de carácter. Un recordatorio de que en el deporte, y especialmente en los playoffs, todo puede cambiar en cuestión de minutos. Los Knicks lo saben bien. Y ahora, los Pacers también.